Por favor no lean esto, son malas noticias para todos.
Resulta que el niño tiene células maternas toda su vida y viceversa: en la madre ocurre lo mismo, vamos, en nuestro organismo se encuentran células vivientes, funcionales hasta de los abuelos. Estas células QUIMERA(nominadas así por su distopia morfofuncional) son peligrosamente interesantes: algunas veces protegen a las madres inmunológicamente de neoplasias y específicamente de cáncer; sin embargo se les encuentra lasmás de las veces, en una relación directa, predisponiendo a enfermedades degenerativas como la Esclerosis múltiple y Alzheimer. De momento se ha encontrado pues, que las células Quimera son más patogénicas que homeoståticas: son fundamentalmente DISAUTONÓMICAS Y ANÓMICAS, hacen lo que quieren, cuando quieren y todo lo que hacen es peligroso para la continuidad de la vida.
Conclusión: las ciencias bio-médicas están viviendo los primeros segundos de su vida, y están "muy verdes" para explicarnos las etiopatogenias de tantas malditas enfermedades; y eso de curarlas, olvídense.
Resulta que el niño tiene células maternas toda su vida y viceversa: en la madre ocurre lo mismo, vamos, en nuestro organismo se encuentran células vivientes, funcionales hasta de los abuelos. Estas células QUIMERA(nominadas así por su distopia morfofuncional) son peligrosamente interesantes: algunas veces protegen a las madres inmunológicamente de neoplasias y específicamente de cáncer; sin embargo se les encuentra lasmás de las veces, en una relación directa, predisponiendo a enfermedades degenerativas como la Esclerosis múltiple y Alzheimer. De momento se ha encontrado pues, que las células Quimera son más patogénicas que homeoståticas: son fundamentalmente DISAUTONÓMICAS Y ANÓMICAS, hacen lo que quieren, cuando quieren y todo lo que hacen es peligroso para la continuidad de la vida.
Conclusión: las ciencias bio-médicas están viviendo los primeros segundos de su vida, y están "muy verdes" para explicarnos las etiopatogenias de tantas malditas enfermedades; y eso de curarlas, olvídense.
The connection between mother and child is ever deeper than thought
SCIENTIFICAMERICAN.COM|DE ROBERT MARTONE
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